jueves, 24 de mayo de 2012

LA EDUCACIÓN Y LA SANIDAD PÚBLICAS COMO DERECHO, STOP A LOS RECORTES

STOP RECORTES

Publicado por Jose M. Luis  

¿Por qué es tan fácil recortar en Educación?

A lo largo de los últimos años nuestro Sistema Educativo ha sufrido modificaciones, reformas, cambios de nombre, cambio de ideales, etc. Pero siempre había perdurado una idea, la tan ansiada “Calidad” de la Educación. Con el último cambio de gobiernos y, de acuerdo con las circunstancias económicas y sociales que atraviesa nuestro país, un nuevo orden de cambios parece asomarse. Los nuevos cambios ya no se producen a través de una nueva ley educativa sino a través de RECORTES.

La palabra RECORTES debe ser la más leída, escuchada y dicha de lo que llevamos de 2012. Por su significado se puede entender fácilmente que es normal que en época de crisis sean necesarios, pero la controversia aparece cuando el Gobiernos hace públicos los Presupuestos Generales (PGE) y se aprecia un recorte en investigación, en I+D, en educación, en sanidad, etc. Y no se ve recorte alguno en Iglesia, armamento militar, ejército, vehículos oficiales, etc.

Parece evidente la indignación de los ciudadanos en este sentido, pero es mayor aun la indignación de los profesores y profesoras, maestros y maestras, orientadores y orientadoras, directores y directoras, etc. de nuestro Sistema Educativo. Porqué si a los padres y madres les afectan los recortes porqué creen que con ellos se acabará con un derecho que nos ha costado muchos siglos conseguir como es la educación pública, ni se imaginan como afecta al cuerpo docente. Se ningunean sus funciones, se toman decisiones sin conocer la realidad educativa, la realidad del aula, del día a día. Además se vende una imagen a través de los medios de comunicación que no es cierta, una campaña de desprestigio que no solo afecta a los docentes, sino que afecta a la educación que reciben nuestros hijos. En un ambiente tan enrarecido es muy difícil llegar a conseguir el sueño de los precursores de la Educación Pública, la CALIDAD DE LA EDUCACIÓN.

Los recortes no son sólo a nivel económico de forma directa, con la bajada de sueldo de los funcionarios públicos que se realizó a mediados de 2011 y que ha vuelto a realizarse, sino que va más allá, se toman decisiones como asignar más horas a los docentes, no pagar las horas extraescolares, pensar en el aumento de la ratio, convocatoria de menos plazas, despido de interinos, etc. Es evidente que con estas medidas no se piensa en las personas que “mantienen” nuestro Sistema Educativo.

Una vez conocido el problema, aunque sea de forma poco sustancial, nos preguntamos, como diría Mourinho, el “¿PUR QUÉ?”. No entendemos que los recortes sean equitativos en todas las áreas del estado. La respuesta es fácil: se recorta dónde menos molesta a los bancos, que son los que verdaderamente nos gobiernan. Nos gobiernan porqué gobiernos, partidos políticos y otros entes similares están endeudados con los bancos y no quieren recortar a la mano que les da de comer. Es mucho más fácil recortar en educación o sanidad.

Otro de los factores que hace que sea tan fácil recortar en estos sectores es porqué los que toman esas decisiones se aprovechan de “vocacionalidad” de estos gremios. Tanto médicos o enfermeros/as como profesores/as o maestros/as realizan su trabajo con gran devoción. Son profesiones muy vocacionales que exigen una implicación máxima con pacientes y/o alumnos. Este factor hace que, por ejemplo, muchos profesores sigan realizando actividades extraescolares a pesar de no cobrarlas.

Creo que nuestra sociedad en general no aprecia la labor de estos colectivos. Se ha llegado al punto en que se actúa como meros “clientes” y se sigue al pie de la letra la máxima que dice que “el cliente tiene siempre la razón”. En este sentido, las consultas están llenas de pacientes que exigen pruebas médicas, que contradicen las prescripciones médicas, que opinan y se oponen a ciertos diagnósticos o tratamientos médicos, etc. Y en el mundo escolar pasa algo parecido, padres y madres que dejan a sus hijos en el colegio esperando recibir un “producto nuevo”, un niño/a totalmente educado en conocimientos, valores, preparados para la vida laboral y buenos chicos. Esto lo toman como una exigencia y si el colegio no lo cumple se enfadan. No piensan si hay recortes, si hay masificación en las aulas, si no hay actividades extraescolares, no piensan nada, únicamente exigen que sus hijos/as salgan de esa institución educativa hechos un hombre o una mujer.

Es evidente que si los padres y madres de alumnos/as, de pacientes, o los propios pacientes, se concienciaran un poco más de nuestra situación y se pusieran del lado de los centros y hospitales públicos, se podría hacer algo más e intentar frenar esta oleada de RECORTES que no ha hecho más que empezar. Pero es mucho más fácil sumarse a la corriente de los que piensan eso de “que les recorten, que no hacen nada los vagos”…

La concienciación debe empezar por las familias e ir subiendo escalón a escalón. A nivel de ayuntamientos, por ejemplo, también tienen de lado el tema de la educación o la sanidad. Centros de salud que no tienen NINGUNA relación con el ayuntamiento, Concejalías de Educación que no tienen un Técnico en Educación que pueda aconsejar en las decisiones, lo que conlleva a una desconexión con la realidad educativa local y la delegación de funciones en otras concejalías ya saturadas como Cultura, Servicios Sociales, etc.

Estamos a tiempo, pero si no lo conseguimos, yo dejo este post para que nos acordemos de lo que un día tuvimos y que tanto nos costó conseguir, LA EDUCACIÓN Y LA SANIDAD PÚBLICAS COMO DERECHO. Volveremos a la época de la masificación en las aulas y a una juventud poco preparada y poco reflexiva que sea más fácil de controlar y que no ponga en tela de juicio las decisiones que se tomen desde el gobierno. Volveremos a una diferenciación de clases en la que los ricos podrán tener una asistencia médica digna y los pobres tendrán que conformarse con lo que sobre del sistema privado.

Si eres padre, madre, alumno, alumna, paciente, médico, enfermero, enfermera… Reflexiona y piensa si es mejor mirar sólo por y para ti, o ir más allá y pensar en que el efecto mariposa puede hacer que pierdas lo que tanto te ha costado conseguir.

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lunes, 21 de mayo de 2012

“Mi libertad empieza donde empieza la libertad de otro”

DIALOGOS › DIEGO TATIAN, DECANO DE FILOSOFIA Y HUMANIDADES DE CORDOBA, ESTUDIOSO DE SPINOZA
 

“Mi libertad empieza donde empieza la libertad de otro”

Para el filósofo cordobés, Baruch Spinoza ofrece una visión de lo democrático como apertura y no como bloqueo. Lo plantea como una forma de “potenciar lo colectivo”, una mirada opuesta al llamado republicanismo conservador.

Por Veronica Gago

Reivindica el “valor de uso” de la filosofía de Spinoza. En concreto, ¿qué claves da este filósofo para pensar qué significaría una radicalización democrática hoy?

–En mi opinión, Spinoza invita a pensar la democracia como manifestación, incremento, apertura, composición imprevista de diferencias, y nunca como bloqueo del deseo por el procedimiento. Democracia significa en su pensamiento un régimen en el que la Constitución, las leyes y los procedimientos son instituciones forjadas por la vida popular, por las luchas sociales y la experiencia colectiva, que de este modo es siempre autoinstitución. Se trata de una noción de democracia que nunca presupone la desconfianza de la potencia común, la inhibición por el miedo, ni la despolitización del cuerpo colectivo para su control.

Ese sujeto colectivo, multitudinario, es entonces el protagonista democrático...

–La “multitud” spinozista es democrática en un doble sentido: por una parte como designación de un poder popular, una potencia inalienable e intransferible, un derecho en acto constitutivo de la realidad social; por otra, multitud democrática significa preservación de las diferencias que la constituyen por naturaleza, resistencia a la uniformidad; multiplicidad sin centro que no admite nunca ser reducida a la unidad; conflicto irrepresentable que produce institucionalidad, dándose a sí misma una forma viva. Por eso, la libertad de pensar y manifestar el pensamiento tiene en Spinoza un núcleo democrático, no liberal.

–¿Cuál es la potencia de esa figura que es en el fondo irrepresentable?

–Multitud no es el poder del número, ni el ejercicio inmediato de la fuerza, sino (y Cecilia Abdo Ferez escribió un trabajo muy hermoso sobre esto) fondo barroco irrepresentable, nunca pleno, ni completo, ni totalizable, del que emergen figuras indeterminadas y transitorias, imposibles de traducir en términos de dominación de la mayoría sobre las minorías. Se trata de lo inconsistente mismo que atesora la novedad y la invención. Creo que estos elementos proporcionan una importante inspiración teórica para pensar y construir la democracia en Latinoamérica.

¿Qué implica que no se pueda pensar una teoría política despojada de una teoría de las pasiones?

–Hay política porque la vida humana es apasionada; de otro modo no sería necesaria, ni lo sería la ética; ese reconocimiento es el principio de la conversación colectiva de los seres humanos acerca de sí mismos, y las acciones políticas, tanto como las ideas filosóficas, la literatura, el arte, producen, en el mundo de las pasiones, alianzas, desvíos y elaboraciones que, sin suprimirlas, las dotan de una dirección y abren la posibilidad de una vitalidad no destructiva. El horizonte de la política sería un creciente incremento de la potencia colectiva, que no obstante preserva la multiplicidad de singularidades en equilibrio e involucra una trama de afectos entre los cuales hay uno, de muy difícil traducción, que Spinoza llama hilaritas.

¿Qué significado tiene?

–Podemos definirla como una alegría integral que no puede tener exceso; un afecto resultante del vivir en común democrático, forma de ser los unos con los otros que no presupone una despotenciación de esa multiplicidad, ni un sacrificio del derecho natural para su preservación y su paz, sino que esa paz resulta de una circulación ininterrumpida de afectos y de conceptos que establecen reciprocidades complejas.

Señala la importancia del realismo en política y en particular como base de las instituciones democráticas. ¿Qué entiende por realismo y con qué perspectiva está discutiendo?

–Es muy importante desmarcar la democracia del idealismo que postula por principio del pensamiento una representación de cómo los seres humanos deberían ser (racionales, virtuosos, solidarios, austeros, justos), para tomar en cuenta el poder de las pasiones sobre la vida humana. Despojada de este legado maquiaveliano, la democracia sería impotente y frágil. Ello no quiere decir que los individuos y las sociedades estamos condenados a las pasiones tal y como irrumpen inmediatamente. Esta perspectiva permite una idea de República no sacrificial.

¿En qué sentido?

–En tanto el consenso no es pensado como anulación de las diferencias, ni la institución como supresión del conflicto, ni la libertad es el diezmo a pagar por la obtención de seguridad. Diferencia y consenso, conflicto e institución, libertad y seguridad permanecen términos inescindibles, abiertos a un trabajo del pensamiento y de las prácticas sociales. Esta manera de pensar busca no contraponer las nociones de República –conjunto de instituciones que confieren una forma a la vida social– y democracia –palabra que designa el mundo de los deseos, pasiones y anhelos de los sectores populares–, sino que muestra más bien su implicancia mutua.

Es un uso distinto al republicanismo moral de ciertos discursos políticos.

–En la actual discusión argentina se suele recurrir a la palabra República, al contrario, como palabra de orden y bloqueo de toda transformación social. Es necesario disputar ese término, recordar una proveniencia antigua que no separa la República de los litigios sociales (Eduardo Rinesi tiene textos importantes al respecto) y rescatarla de la acepción vacía que la reduce al solo imperio de la ley.

Traduce la noción de utilidad de Spinoza como “deseo de otros”. ¿Qué tipo de torsión supone sobre la clásica idea de utilidad como beneficio individual?

–El concepto de “utilidad” es un concepto que le llega a Spinoza del estoicismo, nada tiene que ver con el autointerés, ni remite a la idea de un individuo posesivo, ni a la antropología del egoísmo. La utilidad spinozista tiene siempre una dimensión colectiva porque remite a una teoría de la potencia singular, con la que define la esencia misma del hombre, cuyo desarrollo y plenitud no presuponen la impotencia de otros sino al contrario: más se realiza mientras más común sea. Creo que el spinozismo permite sustituir el apotegma liberal que reza “mi libertad termina donde empieza la libertad de otro”, por éste: “Mi libertad empieza donde empieza la libertad de otro”. Sería ésta una expresión muy precisa de lo que Spinoza entiende por “utilidad”.

Así, la “utilidad” está muy vinculada con la libertad.

–La libertad es el lugar del otro. La singularidad es el lugar del otro, es abierta al mundo, afectada y constituida por la exterioridad. Por eso es que también la relación con uno mismo es política. La autoclausura del deseo es la forma última de la dominación, efecto de una activación ideológica del miedo. Si el habitante de la isla solitaria hubiera sido un spinozista y no un hobbesiano como Robinson, la huella en la playa no le habría motivado angustia por la inminencia de otro, ni un apertrechamiento para custodiar sus propiedades, sino seguramente un deseo de encuentro, curiosidad, pasiones de compañía.

Escribe lo siguiente: “Una organización democrática y libre nunca exige nada contra la naturaleza”. ¿Cómo pensaría desde acá los actuales conflictos por la explotación de recursos naturales?

–Esa frase tiene que ver en primer lugar con la naturaleza humana. La democracia es la forma de vida colectiva más natural porque preserva y extiende la libertad de pensar, de hablar, de hacer, y no exige una anulación de la multiplicidad humana (la naturaleza es la misma para todos y a la vez se expresa de manera diversa). La democracia no daña ni exige una represión de esa naturaleza sino que la expresa, la enmienda, la expande, la prolonga en formas creativas, en cuanto aventura colectiva para seres humanos de carne y hueso, no para ángeles. Al mismo tiempo, hoy debe incorporar a su reflexión y a su ámbito no sólo lo que tiene que ver con la relación humana sino también la relación con la naturaleza y los recursos de los que nos valemos para sostener la vida. La naturaleza ha dejado de ser un objeto de sola intervención técnica que puede ser ilimitadamente saqueada para provecho humano; la relación con ella se vuelve también política. Reconocerles o restituirles derechos a las formas de vida no humanas, a la naturaleza como un todo, es una urgencia a la que la democracia debe extender su significado e incorporar a sus luchas. La humanidad no está en el centro, el resto de los seres no son propiedades suyas de las que puede disponer a su antojo, la naturaleza no tiene centro, ni es jerárquica.

¿Por qué propone la prudencia y la cautela como cualidades políticas?

–La prudencia es una virtud que protege todo lo que es radical, transformador, o simplemente raro, de las amenazas a las que estaría expuesto en un mundo en el que los poderes fácticos, y también un conservadurismo del sentido común, reaccionan contra la fuerza embrionaria de las cosas nuevas allí donde aparecen; contra las ideas, las experiencias y las iniciativas de las que puede brotar una diferencia. Esto era así en el siglo XVII, al que aún no había llegado el espíritu voltaireano de un enfrentamiento abierto con el trono y el altar bajo el modo de la provocación, el desafío directo y la manifestación inmediata de las ideas.

¿Y en la actualidad?

–En mi opinión, la prudencia vuelve a tornarse necesaria para una cultura política de izquierda después del desastre de los llamados “socialismos reales”, las ostentaciones de fuerza de las organizaciones revolucionarias en los años ’70, cuya imprudencia teórica, política y militar no fue irrelevante en el proceso de aniquilación de las que fueron objeto. La prudencia no es inacción, ni temor; es el registro lúcido de lo que hay, lo que ampara a la praxis política de su malversación, una manera de afrontar la adversidad, un vínculo con los otros adversos no mediado por la destrucción sino por el trabajo, una paciencia que cuida lo que quiere nacer, o acaba de hacerlo. La cautela es la potencia de lo raro.

El don y la generosidad son dimensiones que se reiteran en su lectura. ¿Cómo se vinculan con la práctica intelectual?

–El trabajo intelectual tiene por materia las ideas y las palabras; muchas de las cuales –la inmensa mayoría– nos han sido legadas, pueden ser muy antiguas, han sido pensadas y pronunciadas por hombres y mujeres de otros tiempos o de otros lugares. En ese sentido, la cultura es un don que permite un trabajo: el trabajo de contribuir a pensar y decir cosas nuevas, o cosas viejas de otro modo. La generosidad adopta un sentido político –más allá de su significado inmediatamente económico y de su acepción ética– cuando la práctica intelectual se detiene en dramas sociales inmediatos o en singularidades remotas y cosas a veces muy minoritarias, de manera irrecíproca, sin perder nunca un sentido tribal, una aspiración de comunidad, y una motivación real en los seres con los que compartimos el tiempo. La generosidad así comprendida es también una manera de preservar a las ideas de su captura por la mercancía y su anegamiento en una rutina dominada por la sola relación costo/beneficio. El pensamiento y el trabajo intelectual están siempre amenazados por tentaciones burocráticas, que a mi modo de ver avanzan cuando los otros, las personas, desaparecen de su horizonte de sentido.

¿Cree que la filosofía política que hace eje en la democracia, la diferencia, el reconocimiento y la igualdad deben afrontar también la cuestión del trabajo y de la llamada “economía”? ¿O considera que éste es un terreno viciado por el modo en que lo trató el marxismo economicista?

–El mundo del trabajo y de la economía se presentan como campos abiertos a la comprensión y la transformación; es un terreno que no debe ser abandonado, tampoco cedido a quienes quieren hacer creer la inexorabilidad del capitalismo, ni a la pereza economicista de los que repiten consignas inconmovibles, sea lo que sea que suceda en el mundo. La economía no está regida por leyes naturales frente a las que debamos rendirnos; es un hecho social, el producto de una imaginación colectiva para organizar la vida en sociedad que pudo haber sido otra, y que puede ser otra.

¿Bajo qué premisas?

–La economía es una dinámica de intereses que debe estar subordinada a la política y, como todo, al pensamiento humano; expresión con la que no me refiero a ningún saber técnico, competente o especializado, sino todo lo contrario. ¿Qué son la riqueza, la propiedad, el dinero, el trabajo, el producto del trabajo? La renovación de la pregunta por estos conceptos, en contigüidad con las transformaciones empíricas que se producen en el mundo de la vida pública, debe tomar muy en serio el colapso de las ciudades y el estropicio que el régimen capitalista produce en la naturaleza y los recursos naturales. Es ésta tal vez la mayor tarea por delante: pensar una economía contra la acumulación, que permita trabajar a todos, y a todos trabajar menos.

 
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