viernes, 20 de enero de 2012

EL DESARROLLO PROFESIONAL DOCENTE Y LA SOLIDARIDAD

La colaboración en el desarrollo profesional docente
Jose M. Luis 


“Pero, ¿por qué está ustedes hirviendo una piedra? “Uno de los peregrinos responde: “para que podamos comer una sopa de piedras”. “Debe ser terriblemente insípida” dijo una anciana, “¡pero yo tengo un repollo que le añadirá sabor!” “Y yo, unas zanahorias, ¡que le añadirán color!”, dijo un aldeano. “¡Unas papas!” ofreció otro. Hasta que en breve, con la contribución de un poco por muchos, se creó un delicioso estofado con el que cenaron los aldeanos y los fatigados peregrinos. Y mientras lo hacían compartieron sus cuentos, talentos y camaradería a lo largo de la noche.

Hermanos Grimm, “La sopa de piedra”. (*Citado en Las Tic en las aulas, 2011[1])

El desarrollo profesional es un proceso a través del cual los docentes adquieren capacidades que les permiten desarrollar nuevas estrategias de aprendizaje. Sabemos que la capacitación docente en TIC debe contemplar formación sistemática inicial y permanente, pero además requiere instancias no formales que resultan igualmente enriquecedoras y fundamentales en un mundo que propone cambios y desafíos constantes.

Las experiencias de formación no formales requieren un esfuerzo de actualización, búsqueda, lectura, investigación y práctica tanto individual como colectiva. En este último aspecto la colaboración profesional adquiere un significado crucial.

Hay docentes que tienen vocación innovadora, actitud disruptiva y una enorme capacidad creativa. Muchos de los proyectos que generan estos docentes tienen gran potencial para replicarse por lo que es fundamental documentar la experiencia y compartirla. A partir de ella otros docentes podrán tomarla, resignificarla, contextualizarla, adaptarla y ponerla en marcha en sus aulas. 

La colaboración profesional puede darse en dos contextos:

Por un lado el que podríamos denominar “cerrado” o “interno”: implica colaboración intrainstitucional, es decir, al interior del centro educativo. Esta forma de trabajo en equipo puede tener lugar en espacios no presenciales como wikis, sitios, reservorios o portafolios con experiencias documentadas, pero además incluye encuentros presenciales, es decir, reuniones grupales entre los docentes y el coordinador TIC en las que además de compartir recursos, ideas, y experiencias es posible exponer miedos, demandas, dificultades y dudas para recibir respuestas, contención y ayuda. Otro aspecto fundamental de la colaboración al interior del centro educativo es la posibilidad de desarrollar proyectos colaborativos entre aulas y/o transversales al currículum para lo que debe coordinarse el trabajo entre más de un docente.

Otro contexto es el “abierto” o “externo”: implica colaboración con otros docentes pertenecientes a otras instituciones sin límites de tiempos y espacios. Aquí el rol de la web es fundamental porque facilita el encuentro. Existen organizaciones que promueven proyectos colaborativos entre escuelas e instancias de conversación entre docentes como por ejemplo Red Telar en Argentina.

Otros entornos con gran potencial son las redes sociales especializadas y no especializadas:
Facebook y Twitter son dos entornos fundamentales para socializar, compartir y aprender. Existen grupos y páginas temáticas (Facebook) y listas o hashtags (Twitter) que organizan el flujo de contenidos por temas y generan encuentros entre personas con intereses u objetivos afines. Se trata de crear nuestra red de contactos profesionales que nos aporten contenidos relevantes, debates enriquecedores, ideas innovadoras y nos provean feedback a nuestros aportes.

Además existen interesantes opciones de portales y comunidades especializadas. En este caso es la misma red social la que por ser temática aglutina usuarios interesados, especializados y experimentados en los mismos temas. En esta línea Educ.ar, Educared,Docentes Innovadores o IneveryCREA son buenos ejemplos de espacios sociales que reúnen profesores y académicos dispuestos a compartir recursos, ideas, proyectos y opiniones sobre en educación y tecnología, ofreciéndonos múltiples posibilidades de compartir, debatir y aprender sobre aquello que nos interesa.

En ambos contextos lo que se genera es comunidad, y toda comunidad es nada más y nada menos que un grupo de personas que comparten ideas, valores, significados, intereses, objetivos y proyectos. Las comunidades pueden ser más grandes (contextos abiertos) o más pequeñas (contextos cerrados) pero siempre resultan fuente de inteligencia colectiva, colaboración, solidaridad y pertenencia.

Post original publicado en IneveryCREA

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[1] Manso, Pérez, Libedinsky, Ligth, Garzón (2011), Las Tic en las aulas. Experiencias latinoamericanas. Editorial: Paidós. Buenos Aires.
EDUCACION 2.0 | http://www.educdoscero.com | Ana Laura Rossaro

EducaBlogs

sábado, 14 de enero de 2012

El cambio civilizatorio que requiere la humanidad no es solamente económico sino también cultural

Entrevista a la filósofa argentina Isabel Rauber: “El cambio civilizatorio que requiere la humanidad no es solamente económico sino también cultural”

gramscimania.info.ve

Fernando Arellano Ortiz 
CRONICON

El principal reto que afronta la humanidad en los tiempos actuales ante la crisis multidimensional del capitalismo es la construcción de una nueva civilización a partir de la activa participación de las grandes masas populares, sostiene la filósofa argentina y educadora popular, Isabel Rauber.

No se trata de un cambio de sistema, explica, sino de un reto mucho más ambicioso que apunta a un cambio sustancial de modo de vida, lo que “requiere de la constante transformación de los sujetos de cambio” que se construyen “en las luchas y resistencias concretas no solo en el plano territorial local, sino también global”.

Si bien este proceso requiere de una larga transición, Rauber considera que “construir una civilización superadora de lo construido hasta ahora no es tarea de pocos ni de elegidos, requiere de la participación de la humanidad toda, al menos de la mayoría absoluta, y esto reclama de la sucesión concatenada de procesos histórico-concretos que vayan abriendo canales para la participación en dimensiones diversas, creando y acuñando, a la vez, nuevas prácticas de inter-relacionamiento humano en lo social, político, económico y cultural. En tal sentido, los actuales procesos de luchas sociales, y las experiencias de los gobiernos raizalmente transformadores, constituyen laboratorios del nuevo mundo que pueden ayudarnos a crecer colectivamente en saberes, si somos capaces de dar seguimiento y apropiarnos críticamente de las experiencias. Ellas constituyen, a la vez, por ello, fuentes de inspiración para la vida. Y la brújula está en el accionar-pensar constante de los movimientos”.

En diálogo con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano en la ciudad de Buenos Aires, esta científica social hace hincapié en el ímpetu del accionar que vienen protagonizando los movimientos sociales al despuntar el siglo XXI cuyo eje articulador es el de la lucha por la vida. “Tienen en claro que, -afirma- en su estadio actual, la continuidad de la lógica de producción y acumulación del capital amenaza a toda la humanidad. Y esta amenaza se resume y expresa en la contradicción antagónica vida-muerte, al tiempo que caracteriza el problema fundamental del tiempo actual, y resume y articula, además, nuevas contradicciones sociales”.

Rauber es doctora en Filosofía de la Universidad de La Habana, directora de la revista Pasado y Presente siglo XXI y coordinadora de la red de investigación del mismo nombre. Además, es Investigadora adjunta del Centro de Estudios sobre América, coordinadora del Laboratorio de Pensamiento Argentino del Centro Cultural Caras y Caretas de Buenos Aires, docente de la Universidad Nacional de Lanús, profesora adjunta de la Universidad de La Habana, miembro del Consejo Científico Asesor de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) e integrante del Foro del Tercer Mundo y del Foro Mundial de las Alternativas. También es investigadora de la UNESCO en temas de género, pobreza urbana y procesos de transformación social, así como asesora de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA). Se ha especializado en estudios de sociología política, análisis de coyuntura, memoria histórica, ensayos filosóficos y estudios antropológicos de movimientos sociales, barriales, sindicales, indígenas y de género. Ha publicado artículos, reseñas y más de dieciocho libros en Latinoamérica.

Es investigadora invitada del Centro de Estudios Tricontinental (Cetri) de Lovaina la Nueva, colabora con el Instituto de Estudios para el Desarrollo de Ginebra, y dirige el Programa de Formación Sociopolítica a Distancia (Profosd). Entre sus obras más recientes están: Dos pasos adelante, uno atrás. Lógicas de superación de la civilización regida por el capital (2010); Cayo Hueso, estampas del barrio (2010); Miradas desde abajo (2008); sujetos políticos (2006); Movimiento social y repercusiones políticas, articulaciones (2004).

Su vida académica y de investigación ha estado dedicada a sistematizar y conceptualizar las experiencias de los movimientos sociales e indígenas latinoamericanos en búsqueda y construcción de una civilización desde abajo.

La humanidad requiere de herramientas culturales

- En su libro “dos pasos adelante, uno atrás” usted sostiene que en esta crisis civilizatoria del capitalismo están dadas las condiciones para una transición que permita cambiar el sistema. ¿Esta crisis capitalista será la oportunidad para comenzar este proceso de transformación?

- Yo he dejado de hablar de cambio de sistema para plantear cambio civilizatorio. Podría pensarse que es lo mismo pero no lo es porque un cambio civilizatorio implica una transformación de las lógicas profundas que vienen dominando la civilización actual, y lo que aprendimos del socialismo del siglo XX fue el planteamiento de una alternativa superadora del capitalismo y ciertamente podemos decir que mal o bien lo logró en el sentido de que hubo varias revoluciones pero quedaron entrampadas en la lógica de la competencia económica del capitalismo. Se pensó que hacer la revolución pasaba por apropiarse de los medios de producción por parte del Estado, reduciendo el poder a las personificaciones institucionales, sin ver otras aristas, sin contemplar la hegemonía, simplemente teniendo una visión institucionalista y economicista del poder y eso automáticamente produciría la liberación humana. La historia no es así y lo que hubo fue un cambio de dueños que no modificó la lógica, por eso yo creo que el problema no es superar el capitalismo sino superar toda la civilización del capital, el desafío es mayor. Nosotros vivimos una civilización deshumanizada en el sentido de que promueve una alienación muy grande de los seres humanos porque somos cada vez más objetos de consumo. Cada vez vivimos menos para nosotros y mucho más para el mercado.

- Pero esto tocó fondo…

- No, nunca toca fondo, se profundiza cada vez más, esto no se termina espontáneamente. El ser humano está tan enajenado que se sigue autoflagelando para responder a la cuestiones que se consideran normales y no se piensa en los cómo y en los para qué. La humanidad no se va a dar cuenta de todo lo que está pasando: guerras, destrucción de la naturaleza, etc., porque para darse cuenta tendría que tener las herramientas culturales y no las tiene. Y aquellos que quieren cambiar el mundo en vez de estar simplemente en la calle deberían dedicarse a concientizar. Y no quiero decir que estar en la calle sea una pavada porque a veces hay que estar en ella, pero hay que avanzar en la concreción del pensamiento estratégico, en el sentido de Paulo Freire, no ir a meter conceptos sino tratar de razonar y discutir las realidades. El problema del mundo es la inexistencia de una humanidad consciente para lo cual tenemos que encontrar un nuevo modo de vida entre todos y todas, y eso no se logra por decreto sino que hay que construirlo, por eso la construcción del poder es desde abajo. Es decir, tenemos que cambiar el modo de producción y de reproducción y eso hay que pensarlo, hay que inventarlo, y es todo un caminar de muchos años. Pero además, la humanidad tiene que saber porqué lo hace para querer hacerlo.

- ¿Si bien el capitalismo no se va a caer sólo, una manera de reproducirse no son las propias crisis y las guerras que él mismo genera?

- Por supuesto que sí pero sobre todo porque la humanidad sigue los dictámenes del mercado. Lo que necesitamos es una superación real, histórica, civilizatoria, no necesitamos actos, requerimos construir un nuevo tipo de producción y reproducción que no es solamente económica sino que es también cultural, con la naturaleza y con los seres humanos. Implantar la solidaridad no se puede hacer con el mercado por lo que es preciso comenzar por despreciar el consumismo de manera autónoma y conscientemente, y ese es un proceso de muchos años.

- ¿Pero para ello no se requiere la irrupción de un nuevo sujeto político?

- El sujeto político se va construyendo. La primera persona que asume una actitud crítica ya está en el cambio civilizatorio, como es un proceso de varios años, quién puede decir en qué grado estamos. Toda la toma de conciencia que se está produciendo en cuanto al respeto por la naturaleza es parte de ese cambio, es una acumulación que de repente hace un estallido y la humanidad evoluciona. En todo este proceso ocurren los gobiernos populares, las revoluciones democráticas, todo es parte del mismo.

- ¿Hablando de la lucha político-ideológica en América Latina, el caso de la revolución cubana, constituye un elemento de cambio a la lógica capitalista?

- Yo creo que Cuba es la última revolución de la tipología del siglo XX. La revolución cubana desde el punto de vista de modelo paradigmático en América Latina es la primera y la última del siglo precedente, en el sentido de que pasa por la toma del poder, la estatización, que además después tiene que rever para poder enfrentar las condiciones actuales porque ya no se adapta al sistema-mundo. La revolución cubana se ve obligada a discutir sobre la realidad del mercado, el diálogo internacional y frente a la vorágine de contradicciones de la cual estuvo afuera durante el tiempo en que perteneció al bloque socialista. Ese periodo que fue maravilloso con todos los defectos que tuvo, yo lo experimenté y puedo dar fe de lo que es vivir sin las leyes del mercado y del dinero, es extraordinario, porque el diálogo entre las personas no está mediado por el interés. Tuve el privilegio histórico de haber vivido ese suspiro de la historia, lo voy a tener como anhelo siempre, porque así como vi las deficiencias, vi también la inyección de espiritualidad. Además, Cuba tiene muy metido adentro el tema de la liberación desde un punto de vista del ideario martiano (de José Martí), en el sentido de ser cultos para ser libres.

- ¿Coincide en que América Latina a excepción de algunos países centroamericanos, México y Colombia, está históricamente en su mejor momento político?

- Yo creo que sí porque como nunca antes consignas del pasado como la integración están plenamente vigentes. Creo que estamos en el sentido de lo que tenemos que hacer, cuestionando las lógicas del sistema, se están abriendo pistas, independientemente de si triunfaremos. Hay un tránsito hacia una racionalidad diferente y triunfaremos cuando el mundo sea diferente. No me inquieta en este proceso del caminar que estos gobiernos populares de América Latina se reelijan o no, lo que me interesa es si apuntalan y fortalecen el sujeto colectivo y puedo decir que todos lo están haciendo. En ese sentido la revolución cubana ha tenido siempre claro la participación del sujeto, una participación sui generis porque está organizada de forma vertical pero que de todas maneras se ha dado el tiempo para escuchar las opiniones del pueblo y por eso ahí está Cuba.

- ¿Los movimientos sociales en América Latina han sido papel predominante en el ascenso de gobiernos populares?

- Yo creo que los movimientos sociales han tenido un papel fundamental en las luchas contra el neoliberalismo, que son las luchas contra el sistema que hay, son las resistencias por la vida. Estos últimos treinta años tienen que ver con la constitución de la nueva mentalidad de los movimientos sociales, poniendo énfasis en la defensa de la vida no por el cese de la explotación como ocurría en los años 70. Por supuesto que en la lucha por la defensa de la vida está el cese de la explotación, eso les da una nueva tónica muy fuerte a los movimientos y un entronque político muy serio que los partidos políticos no logran cambiar ni entender porque sigue aferrados a que el problema es el pulso electoral, qué representan, o hacer la revolución como una tarea partidaria, cuando eso ya fue. En cambio los movimientos sociales crecieron y maduraron con otra lógica y aprendieron que la vida se defiende en todos los ámbitos y esa defensa es el primer y último acto político de la historia, mientras que los partidos no comprenden eso, y con su mentalidad muy estrecha consideran que el objetivo es la militancia en sus filas. Por ello se puede afirmar que los movimientos abonaron el camino de la llegada de los gobiernos populares porque fueron protagonistas de resistencias y luchas de los pueblos. Después hay diferencias en los procesos con ritmos, historias y disputas distintas, como ocurre por ejemplo con los casos de Ecuador y Bolivia. Mientras haya tensiones en estos procesos políticos implica que hay diálogo, que hay debate.

- Efectivamente, en los casos de Bolivia y Ecuador hay una permanente tensión y hasta rupturas entre los gobiernos de Morales y Correa con los movimientos indígenas y sociales…

- Sí, es que la constitución del sujeto es permanente, es parte del caminar, por ello es importante tener presente que el haber constituido gobierno reclama como nunca antes seguir en la disputa de la construcción social, cultural, económica y política de lo nuevo, incluyendo a los actores en el proceso de cambio y transformación que es y será siempre, a la vez y en primer lugar, un proceso de transformación. La instalación de un gobierno popular supone la conformación de nuevas interrelaciones sociales y el surgimiento de nuevas contradicciones, conflictividades, afinidades e interacciones de fuerzas e intereses sociales, económicos, culturales y políticos acorde con la nueva realidad política e institucional, de conjunto, estas configuran un nuevo mapa sociopolítico que define nuevas tareas y desafíos a los actores sociales, ahora claramente confrontados en su matriz política o sociopolítica.

- Usted ha señalado que la izquierda requiere de una autotransformación igual a la ocurrida en la Iglesia Católica con el Concilio Vaticano II. ¿Hacia dónde debe apuntar esa transformación de la izquierda?
- Esto implica una mentalidad muy abierta, un construir en medio de la coyuntura, porque el sujeto no solo se construye en el acontecimiento, hay que meterse dentro del sujeto, y el político o el intelectual se ubica afuera, hay que estar atentos a sus contradicciones y a sus cambios. Y por eso es que la izquierda necesita un Concilio Vaticano II para darse cuenta de que es el pueblo el que hace los cambios y no los mil o diez mil militantes que están en los partidos, que es fundamental trabajar con la gente, desde la gente y para la gente. Hay que abrir las puertas, hay que salir de la cripta partidaria y habrá que ver cuáles son las formas nuevas, y si uno se dispone a escuchar entre todos se puede construir una conducción colectiva. Es indispensable quitarse las anteojeras instaladas sistemáticamente por el capital, romper con las fragmentaciones de las realidades y conciencias. Para que el humanismo tenga posibilidades de triunfar sobre la barbarie hay que dar la batalla de construir una nueva conciencia colectiva diferente a la acuñada por el capitalismo y en eso la izquierda puede aportar si cambia la concepción y la acción política, poniendo fin a su distanciamiento jerarquizado sustituyéndolo por el diálogo permanente, el aprendizaje mutuo, la horizontalidad en las decisiones y el control popular.

Las religiones seguirán atrayendo a la gente mientras haya miseria, guerra e ignorancia, Mario Bunge

Mario Bunge: “Las religiones atraerán a la gente mientras haya miseria”

Gabriel Arnaiz 
FILOSOFÍA HOY

A sus 92 años, el filósofo argentino Mario Bunge todavía se mantiene en plena forma. En estos últimos años acaba de publicar varias obras importantes, por ejemplo, Filosofía política, Matter and Mind y Las pseudociencias, ¡vaya timo! Con más de 50 a sus espaldas y medio millar de artículos, Bunge sigue siendo un pensador poco conocido y apreciado en nuestro país, a pesar de haber recibido 19 doctorados honoris causa y el Premio Príncipe de Asturias en 1982.

Con más de 50 libros a sus espaldas y medio millar de artículos, Bunge sigue siendo un pensador poco conocido y apreciado en nuestro país, a pesar de haber recibido 19 doctorados honoris causa y el Premio Príncipe de Asturias en 1982. Por esta razón, Editorial Laetoli ha decidido publicar, en colaboración con la Universidad Pública de Navarra, una nueva colección dedicada enteramente a este autor: la Biblioteca Bunge. Por el momento está prevista la publicación de cinco títulos: la reedición de Materialismo y ciencia, Pseudociencia e ideología y Racionalidad y realismo, que ya estaban agotados y eran prácticamente inencontrables, y la traducción de Materia y mente. Bunge no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar duramente algunas de las teorías más populares del momento (del psicoanálisis, al posmodernismo, pasando por el feminismo, la economía neoclásica o la psicología evolutiva, por citar sólo unos pocos), a las que tilda de pseudocientíficas, y es de agradecer su esfuerzo por ser siempre claro y pedagógico. Tengo la sensación de estar entrevistando al último gran filósofo vivo del siglo XX y no puedo evitar la tentación de preguntarle también sobre algunas cuestiones actuales.

En un artículo incluido en Vistas y entrevistas cuenta usted cómo su hija Silvia, que entonces tenía 11 años, le hizo la fatídica pregunta a la que todo filósofo debe enfrentarse tarde o temprano: ¿por qué se dedica usted a la filosofía?

Porque me fascinan los problemas filosóficos, tales como “¿qué es el tiempo?”, “¿qué es la mente?” y “¿qué es la vida?”. De chico pasaba horas tratando de formar seres vivos disolviendo sulfato de cobre en agua y observando los “árboles” que van emergiendo.

(Recordemos que Mario Bunge se doctoró en ciencias físicas por la Universidad de la Plata en 1952 con una tesis doctoral sobre la cinemática del electrón relativista y que hasta 1963 fue profesor de física y filosofía en la Universidad de Buenos Aires).

En un artículo reciente, usted ha escrito “que la filosofía política no es un lujo, sino una necesidad”, ¿podríamos también decir lo mismo de la filosofía en general?

La filosofía interviene tanto en la formación de cosmovisiones como en la de políticas estatales. Lo primero es obvio, ya que una concepción del mundo puede ser materialista o idealista, laica o religiosa, individualista o globalista, egoísta o altruista, etc. En cuanto a la intervención de la filosofía en el diseño de políticas económicas y culturales, recuérdese que toda política de ese tipo se basa tanto sobre datos sobre el estado actual de la sociedad como sobre alguna ideología, y que el corazón de toda ideología es filosófico, ya que la ideología es la parte de la cosmovisión que se ocupa de asuntos sociales. Por ejemplo, la ideología que inspira al neoliberalismo es individualista, elitista y autoritaria, mientras que la que inspiró a las socialdemocracias fue sistémica, inclusivista y democrática. El que muchos ideólogos no sean consecuentes, es harina de otro costal. Por ejemplo, Friedrich Hayek ensalzó la libertad y también el régimen fascista del general Pinochet. Y se proclamó individualista, al punto de procurarle a Margaret Thatcher su famoso principio: “No hay sociedad: sólo hay individuos”. Pero en otras publicaciones Hayek ha afirmado que el mercado es mucho más sabio que cualquier experto, con lo que admitió tácitamente que el mercado tiene mente, hipótesis de neto cuño globalista (holista). En resumen: rásquese una concepción general cualquiera y se descubrirá una o más filosofías. Se puede ignorar la filosofía, pero no se la puede evitar.

En España triunfa Más allá de la vida, un programa de televisión en el que una médium entra en contacto con un familiar muerto de una celebridad y le transmite a éste lo que aquél supuestamente le comunica. ¿Por qué cree usted que, a pesar de vivir en una sociedad altamente tecnológica, la mayoría de la gente cree en la existencia de fantasmas, pagan a personas para que les “lean” el futuro y confían en que haya una vida después de la muerte?

Las supersticiones siguen siendo populares porque la ciencia suele enseñarse mal, como una lista de recetas en lugar de enseñar a investigar problemas.

Bunge defiende el escepticismo metodológico, que “es una posición tanto metodológica como práctica y moral. En efecto, quienes lo adoptan creen que es tonto, imprudente y moralmente erróneo afirmar, practicar o predicar ideas importantes que no hayan sido puestas a prueba o, peor aún, que hayan mostrado de manera concluyente ser totalmente falsas, ineficientes o perjudiciales” y “a la vez, estamos dispuestos a abandonar toda creencia que pruebe carecer de fundamentos”, explica en Las pseudociencias...

¿Qué son las pseudociencias y por qué les ha dedicado usted tanto tiempo y esfuerzo?

Una pseudociencia es un cuerpo de creencias incompatibles con el fondo de conocimiento científico. Le he dedicado mucho tiempo a esta cuestión porque me asombra y alarma el que haya tantos científicos y filósofos crédulos. Creo que es un indicador de que se puede ser muy competente en un rincón del saber y tonto en cuestiones fundamentales, porque los conocimientos científicos suelen enseñarse de a uno, y porque no se los acompaña de reflexión metodológica, o sea, no se habitúa al estudiante a preguntarse cómo se sabe tal o cual cosa.

¿Por qué afirma que “el psicoanálisis es tan pseudocientífico como la parapsicología”?

Porque ambos rehúyen la contrastación experimental y son incompatibles con la neurociencia cognitiva, que enseña que los procesos mentales son cerebrales.

En Las pseudociencias, ¡vaya timo! afirma usted que la crisis financiera que empezó en el 2008 es producto de una filosofía económica errónea. ¿Podría explicarnos esta afirmación?

La teoría económica estándar afirma que la economía está en todo momento en equilibrio, o sea, en el estado en que la oferta es igual a la demanda (teorema de Debreu). Esta teoría ignora, pues, los desequilibrios (en particular, los desequilibrios financieros). La teoría es un mero ejercicio matemático, sin relación con la realidad.

En el libro citado, Bunge es un poco más explícito: “En resumidas cuentas, las políticas económicas que condujeron a la crisis económica actual fueron inspiradas por varias teorías económicas defectuosas. A su vez, esas teorías están basadas en una filosofía errónea y esta filosofía es responsable, en gran medida, de la crisis económica de 2008.”)

En ese mismo libro usted defiende un escepticismo metodológico o moderado, y lo contrapone al dogmatismo y al escepticismo radical. ¿Podría explicarnos en qué consiste ese escepticismo moderado?

El escéptico moderado no rechaza la totalidad del conocimiento, sino que pone en duda un pedazo por vez. Cada vez que se critica una idea lo hace asumiendo otras ideas.
En Las pseudociencias... dice: “No todas las creencias son equivalentes: unas son más verdaderas o mejores que otras. El dogmático es esclavo de creencias que no ha examinado críticamente, de modo que se arriesga a obrar mal. El escéptico radical, el que nada cree, no está al abrigo de toda creencia, sino que es víctima de creencias ajenas. En cambio, el escéptico moderado, el que sopesa cada idea antes de adoptarlas o rechazarlas, está en condición de actuar racional y eficazmente”.

En Filosofía política (Gedisa, 2009) propone usted una alternativa al capitalismo y al socialismo que denomina “democracia integral”. ¿Sería tan amable de explicarnos en qué consistiría y ponernos algunos ejemplos?

En una democracia integral, todos comparten la riqueza, la cultura y el poder político. Cuando un grupo monopoliza alguno de estos recursos, no sólo excluye a la gran mayoría, sino que también termina por apoderarse de los demás recursos. Esto ocurre tanto con el capitalismo como con el socialismo autoritario. Por esto preconizo la combinación de la democracia (o autogobierno) con el cooperativismo.

Según la opinión filosófica dominante, Wittgenstein y Heidegger serían los dos grandes filósofos del siglo XX, el primero para los filósofos analíticos y el segundo para los filósofos continentales. Según este dictamen, hoy no podemos hacer filosofía si ignoramos las aportaciones de estas dos luminarias. ¿Qué opinión le merece este análisis?

Para evaluar una filosofía hay que preguntarse qué problemas contribuyó a resolver. Wittgenstein negó la existencia de problemas filosóficos, y Heidegger no hizo sino juntar palabras. Wittgenstein es popular porque es trivial, y Heidegger porque es hermético.

En La relación entre la filosofía y la sociología (EDAF, 2001) usted se reconoce heredero de la Ilustración y rechaza tanto las tres olas románticas que han invadido la filosofía como la “charlatanería académica” que se ha impuestos en las facultades de humanidades. ¿Podría explicarnos qué quiere decir con esto?

Entiendo por “charlatanería académica” la que se produce en ciertas universidades, consistente en una mezcla de sinsentidos, falsedades y perogrulladas enunciadas en lenguaje hermético y más o menos bombástico. El primero y peor de todos esos charlatanes fue Hegel, a quien no se habría tomado en serio si hubiese escrito en castellano o en catalán desde un villorrio español. Su prosa fue tan opaca que generó dos o quizá tres alas de “intérpretes” que se disputaron su legado. Hoy día el charlatanismo académico proviene principalmente de París, urbe que, de “Ciudad de la Luz” hacia 1750 pasó a ser “Ciudad de las Tinieblas” dos siglos y medio después, gracias a Sartre y demás discípulos de Heidegger. Por fortuna, el charlatanismo académico no se practica en las facultades serias: las de ciencias, ingeniería, medicina, farmacia y agronomía. En ellas hay que fundamentar lo que se afirma y aclarar cada vez que alguien admita no entender lo que se dice.

Los pensadores materialistas del XIX como Feuerbach, Comte o Freud pensaron que la religión desaparecería con la extensión de la educación científica. ¿Cree usted que las religiones desaparecerán en un futuro cercano?

Las religiones seguirán atrayendo a la gente mientras haya miseria, guerra e ignorancia, porque ellas proveen algo que la ciencia no da: consuelo e ilusión de seguridad.

¿Qué opinión le merece el movimiento de los indignados de Madrid, que ahora se ha extendido a otros países, como EE UU?

Muy interesante como síntoma de insatisfacción con el orden social imperante, pero inútil porque no va acompañado de organización política.

¿Nos podría decir en qué está trabajando ahora mismo?

Estoy revisando mi próximo libro Evaluando filosofías y en este momento estoy en China, dando conferencias en las que critico al marxismo osificado, ataco a la dialéctica por confusa y políticamente suicida, e insto a los marxistas a aprender ciencias y a investigar problemas, en lugar de seguir repitiendo y comentando a sus clásicos. En el informe que ha escrito sobre su estancia en este gran país (y que puede consultarse en la web de Laetoli), podemos leer que “en China la filosofía no se ha movido junto con la economía, la técnica y la ciencia. En efecto, el núcleo de su filosofía, la dialéctica, es falso en el mejor de los casos y en el peor es confuso, y por tanto, incapaz de ser debatido racionalmente”.

 
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